Cómo afrontar un ERE y sobrevivir al despido
Un ERE es un proceso largo en el que será crucial las etapas de negociación entre la empresa y los trabajadores

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Un ERE es un proceso largo en el que será crucial las etapas de negociación entre la empresa y los trabajadores
Un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) es un proceso usado por las empresas para reducir plantilla y justificar despidos ante una mala situación económica.
Según la gravedad de la situación, los directivos pueden optar por aplicar tres tipos diferentes de expediente:
De reducción de jornada: en la que el trabajador conserva su trabajo, pero trabaja menos horas, y por tanto, su salario se adecua a esta nueva jornada.
De suspensión: se realiza un reajuste de plantilla y producción en la programación anual, de manera que hay días, semanas, o meses, en los que los trabajadores no deberán acudir a su puesto de trabajo
De extinción: es la situación mas extrema, en la que parte de la plantilla es despedida, ya sea por causa económicas, técnicas, o productivas que lo justifiquen.
En todos los casos anteriores, la empresa debe explicar las causas y dar datos que justifiquen la aplicación del ERE. Aunque desde la pasada crisis, se agilizaron los procesos por parte del Consejo Regulador, y las empresas tienen más fácil aplicar este tipo de despidos.
La aplicación de un ERE es un proceso que no se comunica de un día a otro, por tanto, es normal que durante una temporada los directivos de la empresa comiencen a hacer reajustes y expongan la situación a la plantilla.
En este caso, es el momento de comenzar las negociaciones, con la intervención de grupos sindicales y asesores laborales, para asegurar que en el proceso reina la comunicación y transparencia.
Como trabajador – y dentro de los baremos marcados por la ley – todos los trabajadores tienen derecho a recibir:
Por estos motivos, las negociaciones entre empresarios y trabajadores suelen ser vitales para una aplicación del ERE que sea conforme a todos.
El trabajador con antigüedad tiene el poder de negociar para recibir una indemnización entre el mínimo legal – 20 días por año trabajado-, y el máximo que suelen estar dispuestos a pagar, en torno a unos 33 días por año.
En el caso en el que la empresa se declare insolvente y aplique un despido colectivo, el Fondo de Garantía Salarial (FOGASA) se hará cargo de los pagos, aunque estos son mucho menores en relación al salario que percibían los trabajadores.
Ante todo, mantener una actitud positiva y resolutiva, facilitará el proceso y la aceptación de la nueva situación.
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